En estos días asistimos a cierta aceptación generalizada de que la ultraderecha nos gobierne. El candidato que hasta hace unos meses literalmente puteaba a los gritos a quien osara contradecirlo ahora se muestra tranquilo, no sabemos si bien aconsejado o bien medicado.
Los medios antiperonistas festejan la corrección del rumbo, porque
expresa lo que ellos siempre quisieron expresar, y también porque están
aterrados de quedar en la bolsa de los periodistas ensobrados. Es más, ya están
entrevistando a alguien que dice haber sido su pareja, para humanizarlo.
Pero los medios oficialistas tampoco se animan a contradecirlo.
Nuevamente caen presos en la corrección política y solo se limitan a “explicar
el fenómeno”.
Hay que explicar lo más simple: lo que Milei propone no es
algo nuevo, es lo que hicieron los militares en los 70, Menem en los 90 y Macri
hasta 2019. Hay que redoblar esfuerzos en explicar que estamos así por una
consecuencia de eso. Y desmantelar cada una de sus propuestas con la
consecuencia que traería.
Hay que aclarar, a quien no lo tiene claro, la obviedad de que Milei no
es “el candidato antisistema”: es la defensa más descarnada, nunca vista, del
orden establecido.
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