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Viejo

Si venis del fondo más recóndito

Sin madre maquillada

ni padre

 

Trabajar todo lo que pudiste

Y más

En incierto sentido

borbotando esfuerzo

imposible capitalizar algo de todo eso

 

Frágil

Tu piel se rompe como papel tisú

sangra sangre gruesa

Nadie te escucha a través de la máscara

Y es tan dificil que me escuches una vez

 

Se supone

que tus manos ya no quieren demasiado a nadie

Se supone

que la sangre va a dejar de salir

 

Hace tiempo

dejaste de implicar vida

Hace tiempo

tu no rumbo inexplicable

contra el muro

 

Ahora

esperás las horas con fatiga

sin exhalar lo suficiente

saber la célula que activa tu deseo

sería tarde

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No por eso me va a decir lo que tengo que hacer

Hoy me encuentro en su despacho, una vez más, para que me pase unas líneas para escribir en twitter. “Su” twitter. Como siempre, llega espléndida e inmaculada, recién bañada. Suena obsceno decirlo, pero es así: llega recién bañada. Todos los días corre a la mañana, -me contó-, en la cinta por lo general en invierno, y en el suelo real de la residencia cuando el tiempo lo permite. Supongo que debe hacerlo rodeada de médicos, de asesores, de peluqueros. O quizás no. Yo nunca la vi así. Siempre la veo aquí, en su despacho de la residencia, fresca, después de esa gimnasia y antes de salir para el helicóptero. También la veo, obviamente, como todos, por la tele y en los diarios y las revistas que la atacan tanto y no logran nunca ocultar su belleza innata. Es decir, su actitud de mujer que se sabe o supo bella: sus modales, su mirada, su sonrisa, sus respuestas. Inaccesible a todo parece siempre salvo en este momento que la tengo aquí sentada, al ladito mío, bajita ella en realidad, alg

Nosotros tampoco le tengamos miedo.

En estos días asistimos a cierta aceptación generalizada de que la ultraderecha nos gobierne. El candidato que hasta hace unos meses literalmente puteaba a los gritos a quien osara contradecirlo ahora se muestra tranquilo, no sabemos si bien aconsejado o bien medicado. Los medios antiperonistas festejan la corrección del rumbo, porque expresa lo que ellos siempre quisieron expresar, y también porque están aterrados de quedar en la bolsa de los periodistas ensobrados. Es más, ya están entrevistando a alguien que dice haber sido su pareja, para humanizarlo. Pero los medios oficialistas tampoco se animan a contradecirlo. Nuevamente caen presos en la corrección política y solo se limitan a “explicar el fenómeno”. Hay que explicar lo más simple: lo que Milei propone no es algo nuevo, es lo que hicieron los militares en los 70, Menem en los 90 y Macri hasta 2019. Hay que redoblar esfuerzos en explicar que estamos así por una consecuencia de eso. Y desmantelar cada una de sus propuestas

Pelotuda

Una vez más, después de tanto tiempo, me dispongo a contar cómo empezó todo. Es que ahora resulta lógico lo que en su momento pensaba en la soledad de mi cama, mientras lloraba boca abajo, tapada mi cabeza por la almohada. Estoy en una silla frente a mi pupitre, sentada sola, en el primer asiento de la primera fila de la derecha, porque es esa la fila que tiene asientos de a uno. Las otras tienen asientos de a dos, y aunque no están todos ocupados, me permiten evitar la responsabilidad de tener que sentarme junto a alguien que finja aceptarme, que simule no reírse o comentar por lo bajo sobre mí. Una sola vez lo intenté. Superar con esfuerzo esa barrera implacable que me alejaba de la gente, de mis compañeras, de mis compañeros más aún. Compañero o compañera: palabras tan agradables ahora y que en aquel momento significaban solo eso: personas que compartían un mismo grado, una misma aula, pero que nunca iban a ser tus amigas o amigos. Que solo eran amigas entre sí para divertirse ali