Nadie supo nunca porqué se te amó tanto Dicen que un día fuiste la más linda del lugar Dicen que un día lloraste con tanto amor con tanto que solo fuiste lágrimas suelo de amor y sal Tus lágrimas fueron lago que creció y olvidó todo curaba heridas de otros y permitía soñar Dicen que un pueblo sucumbió bajo tus aguas Dicen que un sueño ya se hundió bajo tu mar Dicen que no existe vida en esas lágrimas Que los ojos duelen de tanto llorar La noche que supiste que ya nada era posible la desidia bailaba al servicio del poder estalló tu rabia ciega tus lágrimas llenaron todo las paredes cedieron y no dejaste de crecer Dicen que un pueblo sucumbió bajo tus aguas Dicen que un sueño ya se hundió bajo tu mar Dicen que no existe vida en esas lágrimas Que los ojos duelen de tanto llorar Hoy las ruinas son todo nadie recuerda más tu belleza y abandono sobrevuelan lo demás Hoy la sal te cala el alma y no te deja pensar hagamos de cuenta juntos que no hay nada que ocultar Que no existe el abandono que todo transcurre en paz que nunca se pierde nada y que es posible flotar Dicen que fuiste un sueño, Epecuén y dicen que es posible verte flotar.
Hoy me encuentro en su despacho, una vez más, para que me pase unas líneas para escribir en twitter. “Su” twitter. Como siempre, llega espléndida e inmaculada, recién bañada. Suena obsceno decirlo, pero es así: llega recién bañada. Todos los días corre a la mañana, -me contó-, en la cinta por lo general en invierno, y en el suelo real de la residencia cuando el tiempo lo permite. Supongo que debe hacerlo rodeada de médicos, de asesores, de peluqueros. O quizás no. Yo nunca la vi así. Siempre la veo aquí, en su despacho de la residencia, fresca, después de esa gimnasia y antes de salir para el helicóptero. También la veo, obviamente, como todos, por la tele y en los diarios y las revistas que la atacan tanto y no logran nunca ocultar su belleza innata. Es decir, su actitud de mujer que se sabe o supo bella: sus modales, su mirada, su sonrisa, sus respuestas. Inaccesible a todo parece siempre salvo en este momento que la tengo aquí sentada, al ladito mío, bajita ella en realidad, alg
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