Esta historia no tuvo la trascendencia que se esperaba en el idioma en que fue originalmente escrita. Su autor me encomendó que la tradujera con el propósito de acercarla a otro público e intentar que sea comprendida en el idioma español que se habla en Argentina.
Hoy me encuentro en su despacho, una vez más, para que me pase unas líneas para escribir en twitter. “Su” twitter. Como siempre, llega espléndida e inmaculada, recién bañada. Suena obsceno decirlo, pero es así: llega recién bañada. Todos los días corre a la mañana, -me contó-, en la cinta por lo general en invierno, y en el suelo real de la residencia cuando el tiempo lo permite. Supongo que debe hacerlo rodeada de médicos, de asesores, de peluqueros. O quizás no. Yo nunca la vi así. Siempre la veo aquí, en su despacho de la residencia, fresca, después de esa gimnasia y antes de salir para el helicóptero. También la veo, obviamente, como todos, por la tele y en los diarios y las revistas que la atacan tanto y no logran nunca ocultar su belleza innata. Es decir, su actitud de mujer que se sabe o supo bella: sus modales, su mirada, su sonrisa, sus respuestas. Inaccesible a todo parece siempre salvo en este momento que la tengo aquí sentada, al ladito mío, bajita ella en realidad, alg
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