Desde que mi papá se fue estamos mejor. Mi mamá dice que está mejor. Que estamos mejor. Yo no me acuerdo bien de cómo estábamos antes, pero debe ser así. Mamá, la Tía y la Abuela se encargan de que sea así. Para mí, mejor mejor estamos desde que fuimos al psicólogo y el doctor le dijo a mi mamá que ella era mi mamá, que no se confundiera, que mi abuela era mi abuela. Primero se lo dijo a mi abuela, cuando le pidió que no fuera ella, sino que fuera mi mamá conmigo. Después se lo dijo a mi mamá y todo fue mejor. No sé si ella lo sabe. Me parece que en algún lugar de su cabeza sí. Pero no lo reconoce. No lo dice.
Mi papá es bueno. El está en Santa Fé y nos quiere mucho. A mí y a mi mamá. A todos. Aunque tiene una novia y ya tiene otro hijo que es un poco mi hermanito. Pero yo no lo siento así. No es mi hermano, como el hermano de Felipe o el hermano de Gaspar. No es lo mismo. Por más que me lo presenten y yo lo quiera. Le llevé un regalo cuando fui. Sonríe mucho. Yo no sé si sonreía tanto cuando era chico como él. Es rubio, como ella, gordísimo. Él lo hace saltar de una manera muy rara sobre su rodilla y él se ríe mucho. Yo no sé si me reía tanto. Él dice que sí. Yo lo quiero. A todos: a mi papá, al bebé, a ella no tanto pero es buena, a mi mamá la re quiero, a mi tía también y a mi abuela.
Ellas son lindas. Todas. Yo lo sé porque todos se lo dicen. Mi mamá es la más linda. Se lo dicen por la calle, y ella se hace la callada y a veces se pone colorada y mira para abajo. Pero se viste linda. Siempre se viste linda mi mamá. Y hay días que le brillan los ojos cuando mira en diagonal para abajo. Cuando viene de la facultad está más linda, y eso que no la vi en todo el día. Mi tía y mi abuela también deben ser lindas, pero no tanto, creo. Mi abuela todavía es linda. A ella también le dicen. Ellas se asesoran, se prestan la ropa, se dicen cómo vestirse. Yo quisiera tener un hermanito. Un hermanito acá, en Buenos Aires, como tiene Felipe.
Felipe se queja de su hermano. En realidad él no se queja tanto. Se queja el hermano. Se pelean y se quieren, yo los veo. Yo los re quiero a ellos. Al hermano y a él. Cuando voy estoy más con el hermano, y Felipe se enoja porque me invitó él. Lo que pasa es que él sabe juegos mejores, sabe más cosas, es más grande que Felipe y que yo.
Cuando vamos a la plaza con el papá jugamos mucho. El papá se enoja bastante con ellos. Con los dos. No sé porqué tanto. Yo a él también lo quiero. Y él también. Siempre me vienen a buscar. Vamos con él, con la mamá y con ellos en el auto.
Hoy estamos en la plaza. Pero no vine con ellos, me trajo mi mamá. Vinimos justo a la misma plaza. Felipe, el papá y nosotros. Nadie más. Ella nunca me trae a la plaza pero como yo siempre le cuento que el papá de Felipe nos lleva a la plaza entonces me trae. Eso le estaba contando al papá de Felipe la última vez que pasé por al lado de ellos. Está re linda hoy. Ya se le fue el enojo ese que tenía con el papá de Felipe. Ella siempre estaba enojada con él. Cuando me venía a buscar para llevarnos ni le hablaba. Cuando me traía ni lo miraba. Yo le hablaba de ellos y ella era como que pensaba en otra cosa. Pero la otra vez fuimos con la abuela y la tía y mamá y nos encontramos con Felipe, el hermano, el papá y la mamá y estuvo bueno. Tomamos gaseosa y nos reímos todos con todos. Y la abuela y mamá se quedaron después hablando hasta tarde solas y yo me dormí con la tía.
Ahora mamá está hablando con el papá de Felipe. Yo tengo ganas de ir al baño pero sé que si le voy a preguntar me va a decir que vaya a un arbolito. Así que mejor no le pregunto. Le digo a Felipe, dejamos la arena y nos vamos a hacer pis al árbol y hacemos el pis más largo que hice en mi vida.
Mi papá es bueno. El está en Santa Fé y nos quiere mucho. A mí y a mi mamá. A todos. Aunque tiene una novia y ya tiene otro hijo que es un poco mi hermanito. Pero yo no lo siento así. No es mi hermano, como el hermano de Felipe o el hermano de Gaspar. No es lo mismo. Por más que me lo presenten y yo lo quiera. Le llevé un regalo cuando fui. Sonríe mucho. Yo no sé si sonreía tanto cuando era chico como él. Es rubio, como ella, gordísimo. Él lo hace saltar de una manera muy rara sobre su rodilla y él se ríe mucho. Yo no sé si me reía tanto. Él dice que sí. Yo lo quiero. A todos: a mi papá, al bebé, a ella no tanto pero es buena, a mi mamá la re quiero, a mi tía también y a mi abuela.
Ellas son lindas. Todas. Yo lo sé porque todos se lo dicen. Mi mamá es la más linda. Se lo dicen por la calle, y ella se hace la callada y a veces se pone colorada y mira para abajo. Pero se viste linda. Siempre se viste linda mi mamá. Y hay días que le brillan los ojos cuando mira en diagonal para abajo. Cuando viene de la facultad está más linda, y eso que no la vi en todo el día. Mi tía y mi abuela también deben ser lindas, pero no tanto, creo. Mi abuela todavía es linda. A ella también le dicen. Ellas se asesoran, se prestan la ropa, se dicen cómo vestirse. Yo quisiera tener un hermanito. Un hermanito acá, en Buenos Aires, como tiene Felipe.
Felipe se queja de su hermano. En realidad él no se queja tanto. Se queja el hermano. Se pelean y se quieren, yo los veo. Yo los re quiero a ellos. Al hermano y a él. Cuando voy estoy más con el hermano, y Felipe se enoja porque me invitó él. Lo que pasa es que él sabe juegos mejores, sabe más cosas, es más grande que Felipe y que yo.
Cuando vamos a la plaza con el papá jugamos mucho. El papá se enoja bastante con ellos. Con los dos. No sé porqué tanto. Yo a él también lo quiero. Y él también. Siempre me vienen a buscar. Vamos con él, con la mamá y con ellos en el auto.
Hoy estamos en la plaza. Pero no vine con ellos, me trajo mi mamá. Vinimos justo a la misma plaza. Felipe, el papá y nosotros. Nadie más. Ella nunca me trae a la plaza pero como yo siempre le cuento que el papá de Felipe nos lleva a la plaza entonces me trae. Eso le estaba contando al papá de Felipe la última vez que pasé por al lado de ellos. Está re linda hoy. Ya se le fue el enojo ese que tenía con el papá de Felipe. Ella siempre estaba enojada con él. Cuando me venía a buscar para llevarnos ni le hablaba. Cuando me traía ni lo miraba. Yo le hablaba de ellos y ella era como que pensaba en otra cosa. Pero la otra vez fuimos con la abuela y la tía y mamá y nos encontramos con Felipe, el hermano, el papá y la mamá y estuvo bueno. Tomamos gaseosa y nos reímos todos con todos. Y la abuela y mamá se quedaron después hablando hasta tarde solas y yo me dormí con la tía.
Ahora mamá está hablando con el papá de Felipe. Yo tengo ganas de ir al baño pero sé que si le voy a preguntar me va a decir que vaya a un arbolito. Así que mejor no le pregunto. Le digo a Felipe, dejamos la arena y nos vamos a hacer pis al árbol y hacemos el pis más largo que hice en mi vida.
Foto: www.buenosaires.gob.ar
Comentarios
Publicar un comentario