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Spinetta y la estrella fugaz


Escrito para Vorterix

Esto que voy a contar es absolutamente real. Hay testigos, miles de personas que el viernes a la noche estuvieron en la costanera y no podían creer lo que veían, entre asustados, felices y emocionados.
El show que dio Pedro Aznar el viernes no fue de rock, fue de folklore. Pero sabemos: los recitales al aire libre son del rock, como Pedro.
Además, todos, cada uno de los que estábamos ahí fuimos pensando en que necesitábamos rock. Todos los homenajes se estaban haciendo en ese momento en Cosquín, lo intuíamos, por Dante, por el cierre de Charly… Pero aquí estaba Pedro, el hijo artístico de Charly y Luis.
El final del set del grupo “soporte” (no sé si en folklore se dice así) fue más que conmovedor, terminó con Durazno Sangrando de Luis, y el público se puso a llorar, literalmente.Después, cuando arrancó Pedro, sólo hizo una mención, simple: que todo se lo dedicaba a Luis. Y demostró una vez más que es uno de los músicos más profesionales y virtuosos que tiene nuestro país.El año pasado, cuando estuvo en Cuál es había hablado sobre esa increíble frase de su disco “Quebrado” que lo resume a él, que nos resume a tantos: “Detrás de esta máscara hay un chico asustado, quebrado”.
Pero el viernes no se quebró. Cuando tocó Barro tal vez, la gente aplaudió de pie, durante varios, muchos minutos. Después convocó a un minuto de silencio que se fundió en otro nuevo gran aplauso de muchos minutos.Y después ya no hubo ninguna otra mención, hasta el final, que ocurrió lo increíble.Yo no creo en cosas raras: dios, espíritus, marcianos, ni nada de eso. Es más, yo no quería hablar más sobre este tema.Pero sobre el final, después de cuatro bises, Pedro cerró el show tocando Ella también, de Spinetta, y sobre el cielo, justo arriba del escenario, pasó una estrella fugaz. Fue la estrella fugaz más grande que vi en mi vida. Y la vi en el cielo polucionado de Buenos Aires, una bola de fuego con cola volando sobre el escenario, más grande que una estrella, como una increíble bengala perdida.Yo no lo podía creer. Un montón de gente no lo podía creer, señalaba el cielo y se preguntaban uno a otro “¿viste eso, viste eso?”. Obviamente, más de un loco gritó: “¡fue el flaco!”. Y la gente se puso a aplaudir mientras Pedro tocaba sin enterarse de lo que había pasado.Finalmente volvimos aturdidos a casa, preguntándonos si había sido verdad lo que habíamos visto, pensando que nadie nos lo iba a creer. Pero recibimos el mensaje de texto de una amiga que estaba en la otra punta del público y nos escribía para saber si nosotros también habíamos visto la estrella fugaz.Había sido verdad. No fue una alucinación. Fue verdad, una vez más.





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